ESPACIAL

Ensayo estético.
Por: Juan Rodolfo López Ávila
Artista visual.

En el presente estudio analizaremos los procedimientos estéticos en el
tratamiento de las gamas nomenclaturales en el espacio que surge en
ramificaciones donde se confabula la esencia mística la apacible
distribución de sentido, y los procedimientos estructurales, en la obra del
artista visual Carlos Alberto Ramos Chávez; quien logra intervenir
directamente las tensiones individuales de la racionalidad en la medida que
nos permita de modo dialéctico configurar aquella singularidad asertiva de
su imaginación simbólica; en la presencia del dilema que el caos
configurado de la materia confina al artista y la construcción social desde la
riqueza trivial del entorno específico que plantea la luminosidad coherente
de los objetos suprasensibles que aportan el equilibrio de los contrastes,
volumétricos cuya esencia deriva de la enorme simulación simplificativa en
la estructura cromática del espacio, con el fin de negar el dolor que provoca
sus condiciones de existencia en un medio en que los fantasmas de la
moralidad confrontan la materia del absoluto proceso creativo.
Sin duda este sentimiento parte del mundo retratado en la simbiosis
estructural de las tensiones policromadas que intervienen en la obra , que
desde su concepción configura los días vividos en la memoria albacina que
son las comunes marginalidades que generalmente desconciertan al
hombre, la belleza natural son los propios conflictos que el artista Ramos
Chávez, honestamente indaga creando cultura antagónica y generalmente
desconocida para el laberinto que otrora son las justificaciones de los
lenguajes inconductuales , en la inconsistencia de un medio asumido por
anémicas confrontaciones.
El recurso que utiliza, es la representación con poca forma de característica
indefinida, hallándose la reducción cuyos signos elementales sobre la base
de su iconografía que estalla en mundos coloristicos cálidos y quebrados
,su obra concreta la raíz conceptual intimista a la que siempre postula .

Esta ligera percepción cargada de densidad expresiva y lirismo nos lleva a
escenarios pluridimencionales, que sin duda son los timbres melódicos de
los que la luz y el instinto paren ante la disyuntiva de una obra madura y
constante; en la medida en que las superficies estéticas, sean la
decantación de sus ideas, como propios desafíos morales .
Carlos Alberto Ramos Chávez, va aquilatando la real consistencia de su
búsqueda, pues el Como su mundo creador equidistante son la imaginación
de un bosque encantado, donde los duendes creativos afloran sin medida a
través del ideario inconforme de su destino creador; un planteamiento
incisivo, en la interrogante de quién abstrae el sentimiento humano a través
del color que elabora aquel paisaje facial de su discurso plástico.
Si adquirimos un ápice de inmunidad, pues la alternancia se convierte en
mudez real, ante la distancia entre la obra y sus encantos, pues el artista
nos advierte constantemente que su obra es el eslabón continuo de la
resistencia cuya pasión a través de sus teorías estéticas ingresan a los
templos azulados y grises como aquellos hitos del tiempo; sin embargo el
producto de sus invasiones propias hacia un poder deshumanizado en la
vida diaria lo conduce a alimentar sus espíritus descarnados que son la
soledad y la autoinjuria, el no merecimiento de las glándulas asertivas de la
complacencia humana ; la proporcionada alegría alimentada por tentaciones
como timbres esporádicos de la pasión; del cual bebemos como explosión;
también diríamos tentación a la muerte, al olvido, al descuido de todo
cuanto se vive y observa; a quien interesa vender siempre; y aceptar
también el cambio instintivo, la razón de quién advierte la continuidad en un
proceso coherente con la memoria y el tiempo o su raigambre memoria y el
tiempo o su raigambre iconográfica está adscrita en etapas que hablan de la
trama lineal, tocada desde la humanidad perversa del instinto creador.